Hace bastantes días dije en Twitter que tenía un libro que no podía publicar porque era incapaz de encontrarle un título que me gustase.
No me había pasado con ningún libro. El título siempre se me suele ocurrir a lo largo del proceso de escritura. En algún momento o alguna frase que se dice, algo me hace clic y digo; ya está, ya lo tengo (menos con Alias Candy que se me ocurrió en la ducha).
La tortura
Pero este no ha sido el caso, por más vueltas que le daba no había nada que me dejase con esa sensación de “este sí” y como tenía que guardar el documento con algún nombre, después de mucho pensar lo llamé “La mano de Emma”.
Después pasó a ser “Huracán Emma” que me gustaba menos que el anterior, y entonces publiqué ese tweet y una amiga me dijo: dime de que va y yo te ayudo.
Esa misma tarde le hice un resumen (sinopsis no porque eso me cuesta la vida y lo hago a última hora) y debo reconocer que me sorprendió con la cantidad de posibilidades que llegó a enviarme. Todas buenas y dignas de titular una historia, pero no se acababan de ajustar a esta y por poco me pongo a llorar de desesperación.
Lo dejé unos días y volví a leer la historia en busca de ese detalle que sé que siempre hay pero que no lograba encontrar, y como de nuevo no lo vi, lo cambié por “Un bofetón de realidad”.
Decidí que este sería el título definitivo a pesar de que no me convencía, y entonces fue también cuando anuncié que iba a publicar los cinco libros que tenía acabados (hace dos días).
Después dije (ayer) que sabía que libro sería el primero en salir y cuál sería el último, y que el resto lo podíais escoger.
Sorpresa
El primero era este, y lo elegí precisamente por ese título que me tortura, porque una vez publicado ya no puedo darle más vueltas y dejará de joderme.
Entonces llega la otra parte, la mortal y más cruel de todo el proceso: escribir la sinopsis (hace un rato).
Sorprendentemente no me cuesta mucho, y digo, joder, menos mal que al menos esto me sale rápido y fácil.
Y entonces se la paso a mi amiga Yasmina Soto (que ya había leído el libro) y le pido su opinión porque si algo está mal me lo escupirá sin cortarse ni un pelazo.
Y resulta que la que recibe ese clic sobre el título es ella, porque leyendo la sinopsis se acuerda de un detalle en concreto, un detalle que no sale en la sinopsis, pero ella lo recuerda y quién soy yo para cuestionar eso…
Y me contesta diciendo que la sinopsis es perfecta, ya está, ningún detalle más porque con esa palabra nosotras ya entendemos que eso ya no se tiene que tocar más (según nuestro criterio, entendemos que para todo el mundo no es así y a muchas personas les parecerá una castaña gorda).
Olvidamos la sinopsis porque ese tema está zanjado y entonces me dice que el título puede ser relacionado con X momento de la historia y me habla de tachar días en un calendario. Y automáticamente a mi cabeza viene “tachando días” y se lo escribo, y ella contesta: “justo estaba pensando eso”
Y este sí, este es perfecto para el libro y así es como se titulará sin crearme más dolores de cabeza.